ARTÍCULOS

Conflictos sociales en el nordeste de Chubut: cambios y permanencias a través de veinte años de registro (1986-2005)

 

Gonzalo Pérez Álvarez

UNP - INSHIS - CONICET


Resumen

El trabajo contiene resultados sobre una investigación acerca de los hechos de rebelión entre 1986 y 2005 en una región específica de Argentina: el noreste del Chubut. En esta región se encuentran tres ciudades, Trelew, Puerto Madryn y Rawson, que fueron parte del modelo de polos de desarrollo mediante la promoción industrial del Estado nacional a las empresas que allí se instalaban. La estructura económico social concreta de la que es parte esta región sufrió una profunda transformación a partir de la imposición del modelo neoliberal, que abandonó ese tipo de planificación estatal propio de la fase de impulso al desarrollo industrial. Por ello los hechos de rebelión que aquí registramos y analizamos se dan en el marco de un proceso de profundas transformaciones. Abordamos los problemas acerca de las características de la rebelión en esta estructura en transformación, de las articulaciones con el ciclo de rebelión a nivel nacional, de los sujetos y organizaciones que lo protagonizan, de las formas de lucha que son utilizadas y de los cambios que se producen a lo largo de la periodización que construimos. Así podemos observar cambios y permanencias en las formas de lucha y en los sujetos que las protagonizan, a través de veinte años claves en la historia de Argentina, aportando a los debates que sobre estos tópicos se vienen desarrollando en las ciencias sociales.

Palabras Claves: Conflicto Social; Relevamiento; Cambio Socioeconómico; Formas de Lucha.

Abstract

This paper contains some results of a research on the facts of rebellion between 1986 and 2005 in a specific region of Argentina: the northeast of Chubut. In this regions there are three cities, Trelew, Puerto Madryn y Rawson, who were part of the poles of development projects promoted by the national state. The specific social economic structure which is part of this region was dramatically changed from the imposition of the neoliberal model, which left such estate planning, typical of the domain phase of industrial capital. For this reason the facts of rebellion recorded and analyzed here are given in the context of a process of profound transformations. We approach the problems about the nature of the rebellion in this structure in transformation, the articulations with the cycle of rebellion at the national level, the subjects and organizations that protagonists, the forms of struggle that are used and the changes produced through the periodization we develop. So we can see changes and continuities in the forms of struggle and subjects that feature them through twenty key years in the history of Argentina, contributing to discussions concerning these matters are being developed in the social sciences.

Keywords: Social Conflict; Data collection; Socioeconomic Change; Form of Struggle.


 

En este trabajo examinamos los hechos de rebelión registrados en el nordeste del Chubut entre 1986 y 2005. En esta región fue impulsada la instalación de un polo de desarrollo industrial1 mediante subsidios del Estado nacional a las firmas que allí se emplazaron. Se encuentra delimitada por los departamentos de Rawson y Biedma (en los cuales se encuentran las ciudades de Trelew, Puerto Madryn y Rawson), de acuerdo a la división que toma la provincia desde 1957.
Su estructura económica y social sufrió una profunda transformación a partir de la imposición del modelo neoliberal, que abandonó el formato anterior de planificación estatal, propio de la fase de impulso al desarrollo industrial. Por ello los hechos de rebelión que aquí analizamos se dan en el marco de un proceso de profundas transformaciones en su estructura socioeconómica.

Metodología, fuentes y problemas

No hemos encontrado trabajos previos que aborden la temática de la conflictividad social en la región en el período analizado. Por ello no contamos con un conocimiento acumulado sobre la cuestión que nos permita comenzar nuestra investigación a partir de una base ya sistematizada, con la cual podamos confrontar nuestros datos. Por ello nuestro referencial comparativo serán estudios nacionales y bases de datos de conflictividad también de orden nacional.
Por ello se nos plantea un problema metodológico: la relación entre lo local y lo nacional o entre lo particular y lo general. Observamos que la región nordeste del Chubut constituye una unidad económico social con características propias, distintas del noroeste o del sur de la misma provincia. Consideramos que los procesos particulares deben entenderse en el marco general, del cual son parte y expresión. Por eso deben ser estudiados pensando lo particular como expresiones de lo general, donde a su vez lo general es constituido dialécticamente a partir de las múltiples particularidades (Marx, 1997). Como plantea Gramsci, el análisis de las relaciones de fuerzas se complica por las diversas secciones dentro de cada país, en cuyo seno se combinan las distintas fuerzas nacionales e internacionales, conformando “… estructuras diferentes y relaciones de fuerzas también diferentes en todos los grados” (Gramsci, 1997: 59).
Desde este punto de vista la relación entre lo regional y lo nacional no puede entenderse como una contradicción excluyente. Lo “regional” no debe enfocarse como una mera situación local de esas relaciones nacionales, sino como un ámbito en que las relaciones de fuerza generales de la sociedad se combinan con las relaciones de fuerza locales, que tienen sus particularidades y desde las cuales inciden a su vez en lo general.
La fuente clave para el registro de datos fueron los diarios de la región (Diario Jornada y El Diario de Madryn), a partir de los cuales desarrollamos un relevamiento de los hechos de rebelión. Además realizamos entrevistas a trabajadores de distintas fracciones y capas obreras y también relevamos documentos de la Subsecretaría de Trabajo y expedientes judiciales.
El observable fue el hecho de rebelión, que a la vez es nuestra unidad de registro, definida como “todo hecho colectivo de protesta o de lucha, llevado a cabo por personificaciones de categorías económicas, sociales o políticas, dirigido contra alguna expresión del estado de cosas existente”(Cotarelo, 2009). A partir de esos hechos2 se analizaron los sujetos que los desarrollaron, las organizaciones convocantes y las formas de la rebelión.
El objetivo del trabajo es comprender las características principales de la rebelión3 que se desarrolla en la región durante el período abordado. Los resultados aportan al problema de entender cómo se desarrolla la conflictividad social en una región particular, el nordeste del Chubut, que sufrió profundas transformaciones desde la desestructuración del modelo de polos de desarrollo.
Existe una amplia coincidencia en destacar el período que trabajamos como una fase de transformaciones socioeconómicas, que impactaron fuertemente en regiones donde el peso del Estado, tanto por su presencia directa en la producción como por su papel de empleador, era de gran relevancia. Dicho proceso tuvo gran importancia para la región estudiada, que se había desarrollado al calor de los planes de promoción industrial en las décadas del sesenta, setenta y parte del ochenta.
En ese marco, que revisaremos a continuación, de cierre de industrias y pérdida de gran cantidad de puestos de trabajo estables, nuestro análisis de los hechos de rebelión registrados, tiene algunos ejes orientadores. Entre ellos nos preguntamos cuáles son las características fundamentales del conflicto social en el nordeste del Chubut y cómo se relaciona con el proceso a nivel nacional. Para ello es necesario investigar quiénes son las organizaciones que despliegan este proceso a nivel regional y observar si existieron modificaciones a lo largo del amplio período relevado en torno a los sujetos protagonistas del conflicto social y a las formas de lucha y organización que desarrollaron en cada momento histórico.

Una estructura socioeconómica en trasformación

Tras la ocupación militar de los territorios de pampa y patagonia el Estado argentino comenzó a instalarse sobre la región. Se desarrolló una expoliación acelerada de los recursos para la acumulación individual de capitales, en este territorio de frontera (Bandieri, 2005). Como en todo proceso de avance capitalista, se desarrolló la concentración de la propiedad y esto generó la formación de grandes casas comerciales que dominaron gran parte de la Patagonia argentina y chilena (Barbería, 1995).
A principios del siglo XX el gobierno nacional declaró libres de impuestos a los puertos patagónicos. Esta medida puede ser considerada el antecedente de las leyes de promoción para la región (Irusta y Rodríguez, 1993). Para 1940 la producción agrícola del nordeste de Chubut comenzaba a ser menos redituable ante la competencia con los productos del norte, de menor costo debido a las diferencias climáticas e innovaciones tecnológicas. Otras actividades, como los molinos harineros o la producción tambera, tampoco consiguieron competir con las empresas nacionales. Así la producción ganadera ovina para lana será la actividad fundamental, y casi única, hasta la instalación del polo industrial (Ibarra, 1997).
La ejecución de estos proyectos tenían, para el caso argentino, una matriz ideológica proveniente de la doctrina de seguridad nacional (Pérez Álvarez, 2013). En esta perspectiva se inscribe el decreto 10.991/56, que eximió de impuestos a las importaciones al sur del paralelo 42 como forma de “propender al desarrollo de la Patagonia”4. La elección de Trelew y Puerto Madryn como centros de inversión por ser las ciudades más cercanas al límite norte, muestra la expectativa de los empresarios de conseguir ganancias a corto plazo, sin preocuparse por el declamado "desarrollo" de la Patagonia (Pérez Álvarez, en prensa).
A partir de allí el aporte estatal se hizo más importante, con inversiones en infraestructura (caminos, viviendas, redes de agua, teléfono, gas, energía eléctrica), créditos estatales para empresas privadas y subsidios oficiales a esas mismas compañías. Durante la década del sesenta las franquicias de importación fueron reemplazadas por la exención de impuestos, dando impulso a la rama textil sintética (Altimir, 1970).
En 1971 se creó el Parque Industrial de Trelew (Beccaria, 1983) y en 1974 comenzó a producir la fábrica productora de aluminio (ALUAR) en Puerto Madryn. A inicios de los ochenta se promovió la actividad pesquera a escala industrial, con la instalación de importantes plantas fabriles. La región vivió un rápido crecimiento entre 1970 y 1985, cuadruplicando su población; impulsada por subsidios estatales, se convirtió en un centro industrial con alta tasa de recepción de migrantes.
El parque de fábricas textiles instalado en Trelew generó miles de puestos laborales bien remunerados. En la planta de ALUAR los salarios eran superiores a la media nacional y la estabilidad laboral parecía asegurada. Fue a mediados de los años ochenta cuando comenzaron a vislumbrarse los problemas. Los cuestionamientos a la promoción industrial crecieron con el avance de los sectores ligados al proyecto neoliberal. En 1985 encontramos la primera caída en la producción industrial (luego de haber llegado a su punto máximo en 1984) y en 1986-1987 se cancelaron los subsidios para nuevos emprendimientos a instalarse en la región.
Los cierres de fábricas y las suspensiones de personal se hicieron noticias cotidianas. El personal empleado en el parque de Trelew pasó de unos 4.200 obreros en 1974 a alrededor de 5.500 en 1985 (que se elevaba a 6.500 con personal temporario); luego la caída fue pronunciada, con 5.000 empleados en 1986, 2.400 en 1993, 1.700 para mediados de los noventa y 1.200 para el 2002.
Estos obreros, acostumbrados a un trabajo estable y a la posibilidad de ir mejorando sus condiciones de vida, afrontaron una nueva realidad social. Para los sindicatos del sector privado fue muy complejo enfrentar este proceso. Y si bien los gremios estatales tuvieron mayor capacidad para defender sus puestos laborales, tampoco lograron impedir la caída de sus condiciones de vida. Este es el marco histórico en el cual se ubica el proceso de conflictividad social que aquí registramos y analizamos.

Pensando los períodos

La periodización que un historiador realiza sobre su objeto de estudio marca la selección y el tratamiento de los hechos, así como la concepción que se tiene sobre las causas del cambio social (Antognazzi, 1997). Para nuestra mirada, los momentos de ruptura se explican fundamentalmente por los cambios en las relaciones de fuerzas entre las clases sociales (Gramsci, 1997) y esto, a su vez, es expresión de los enfrentamientos sociales.
Abordamos el período que va de 1986 hasta 2005, considerando que nos permite observar el proceso de cambios que se generan con la construcción y realización de la hegemonía neoliberal en Argentina (Bonnet, 2008), y la posterior caída de esa hegemonía a partir del proceso de agudo conflicto social en 2001-2002.
En términos del ciclo a nivel nacional, algunos trabajos ubican en 1993 el punto de inicio de un ciclo que atraviesa los años noventa y se extiende hasta diciembre de 2001 (Iñigo Carrera y Cotarelo, 2005). Los autores observan un primer hito a fines de 1993, un segundo quiebre en 1996-97 y otro en el año 1999, el cual iniciaría un período ascendente que desembocó en los hechos de diciembre de 2001. Para nosotros este último período se extiende hasta junio de 2002, marcándose allí la apertura de un nuevo período histórico (Pérez Álvarez, 2013).
Sin embargo hay pocos estudios que propongan una periodización del conflicto social para los años previos. Los años ochenta aún no han sido suficientemente explorados, especialmente en clave de la conflictividad social y en su relación de continuidad/ruptura con los años noventa (ver Villanueva, 1994; Iñigo Carrera, 2001 y 2009). El aporte que aquí realizamos, a partir del estudio de una región específica del país, pretende contribuir a ese camino.
Proponemos que puede diferenciarse un primer período que incluye a 1986, 1987 y 1988. Creemos que aquí se ubica la bisagra histórica entre el anterior modelo, que aún promovía la expansión industrialista en la región, y el nuevo esquema donde las pequeñas y medianas industrias serían desplazadas.
En nuestra investigación tomamos como punto de quiebre al bienio 1989-1990. Allí se comienzan a plasmar las transformaciones socioeconómicas que en el período anterior habían empezado a instalarse. Si la fase previa fue la bisagra, aquí la puerta del polo desarrollista se terminó de cerrar. Recuperando la indicación de Donaire y Lascano (2002), Bonnet (2002), Piva (2006) y Astarita (2007)5, de comprender a la hiperinflación de 1989-1990 como un hito que permitió la hegemonía del capital financiero en Argentina, observamos que esta etapa se constituye en un momento de ruptura para la región (Pérez Álvarez, 2006).
Nuestra investigación formula una periodización para el ciclo de conflictividad regional que guarda cierta sintonía con el proceso nacional, pero que tiene características específicas. Siendo elementos que pueden discutirse a partir de la presentación de los datos por año, observamos que 1986 aún está parcialmente incluido en el ciclo de auge del polo de desarrollo. Si bien el proceso de cambio empezaba a producirse (vía cancelación de nuevos proyectos industriales), esto no era evidente para los que vivían esas primeras modificaciones.
El avance de una transformación regresiva se hace indiscutible para 1987 y 1988. Se produjeron diversas luchas contra cierres de fábricas, que marcaron el intento de resistir la caída del polo de desarrollo con la lucha en las calles. Esa dinámica no logra sus objetivos en términos generales. Pero la derrota recién se materializaría en el siguiente período.
Hacia fines de 1988 y durante gran parte de 1989, las expectativas de cambio social se depositaron en el terreno electoral (elecciones presidenciales y de gobernador), y mucho del conflicto social se canalizó hacia allí. Durante 1990 ya es claro que ha comenzado la instauración hegemónica del neoliberalismo en la región.
Desde 1991, y hasta fines de 1993, se abrió un nuevo período, caracterizado por el avance sobre las conquistas obreras. La mayoría de la clase obrera se encolumnó en una alianza con el capital menos concentrado, alianza en la cual los trabajadores cumplieron un rol subordinado y perdieron su capacidad de iniciativa política. En 1994 surgió una nueva situación: los empresarios de capital menos concentrado, que habían intentado resistir la desarticulación del polo de desarrollo, se terminaron de subordinar al neoliberalismo6.
Los trabajadores quedaron más solos, pero a la vez se encontraron con una mayor experiencia respecto a los cambios que estaban sufriendo. El conflicto de Aluar (que comenzó a fines de 1993 y se resolvió a principios de 1994) es un hito que demostró las características de la nueva situación: los trabajadores avanzaron en su capacidad para enfrentar el avance del capital financiero, pero lo hicieron aisladamente7. Esta acumulación de luchas se expresó en las huelgas generales de 1996, que lograron una gran convocatoria8. Hacia el final de este período (1994-1996) la clase ya no estaba tan aislada y dividida, y había conseguido recomponer alianzas con otros sectores sociales9.
Demarcamos el siguiente período entre los años 1997 y 1999. Para Iñigo Carrera y Cotarelo (2005) allí la clase volvió a dividirse a partir de la coyuntura electoral. La posibilidad de un recambio en el partido político a cargo del gobierno nacional, y las distintas posturas de cada alineamiento sindical, llevaron a cierta división en las formas de lucha. Para nosotros este momento descendente no se expresa en la región10.
De hecho el surgimiento de grupos de trabajadores desocupados generó una dinámica de cortes de rutas y conflictos sociales que imprimieron nuevas características al proceso de rebelión: aparecieron otras personificaciones sociales (como la del piquetero), se hizo evidente la voluntad de enfrentamiento con las fuerzas represivas y surgió la forma asamblearia como expresión organizativa de los conflictos más radicalizados (Klachko, 2006). A la vez, hacia el final de este período, se hacía evidente la construcción de una nueva alianza con sectores de la pequeña burguesía, especialmente estudiantes, que acompañaban las luchas de estos trabajadores.
De 2000 a junio de 2002 se abrió un período de ascenso en las luchas que tuvo sus hitos regionales en las jornadas de marzo y abril de 200211 y en la derrota del corte de ruta de junio de ese año12. Estos hechos eran parte del ciclo nacional: los primeros expresaban la continuidad de las jornadas de diciembre de 2001, y el segundo el quiebre impuesto por la masacre del Puente Pueyrredón. A pesar del volumen de hechos, en este nuevo ciclo no consiguió emerger una expresión política popular que pudiera tomar la iniciativa en las luchas, más allá de breves momentos.
El sujeto “pueblo”, que había surgido en diciembre de 2001 y que siguió apareciendo en varios hechos de rebelión durante 2002, fue desarticulado antes de 2003. Desde junio del 2002 los reclamos volvieron a adquirir un carácter predominantemente corporativo. Se abrió un nuevo período, que, como hipótesis, proponemos cerrar hacia fines de 2005, cuando vuelve a “normalizarse” la fragmentación de los hechos, aunque los mismos ya partían de un nuevo piso. Las protestas tenían otra contundencia que las registradas antes del 2001. Esto se refleja en las grandes huelgas de pesqueros, petroleros y docentes, y en la toma universitaria de 2005, y, por fuera del período abordado, en la huelga de Aluar de 200713.
Volvieron a hacerse presentes distintos sectores de izquierda en la conflictividad social. Muchos reclamos tuvieron como impulsores a sectores disconformes con las conducciones sindicales, aunque esto no siempre implicó que realizaran sus acciones por fuera de la forma sindical: cuerpos de delegados, comisiones internas y asambleas disputaron la conducción de los conflictos, especialmente en los momentos de auge. Pero aún los conflictos de relevancia se dieron sin importantes articulaciones entre sí. El proceso de conflictividad social no parece haber generado un cambio de fondo en la conciencia mayoritaria de las clases subalternas.
Recapitulando: en tanto ciclos históricos proponemos una periodización general que presenta a 1986-1988 como parte del ciclo anterior (en el que aún dominaba el capital industrial), 1989-1990 como fase de quiebre, 1991 a junio de 2002 como expresión del ciclo de hegemonía neoliberal, y desde de junio de 2002 a 2005 como una etapa de apertura de un nuevo ciclo histórico.

El análisis de los hechos de conflicto social

Presentaremos un análisis del proceso de rebelión en la región a partir del registro sistematizado de los hechos relevados entre 1986 y 2005. Por razones de espacio hemos decidido no volcar aquí otros elementos que harían a un análisis más centrado en los hitos nombrados en el apartado de periodización, los cuales pueden consultarse en los trabajos que citamos en este artículo.
En primer término buscamos observar cuál es el sujeto fundamental que protagoniza la rebelión en la región nordeste de Chubut:

Cuadro Nº 1: Hechos de rebelión entre 1986 y 2005 en el nordeste de Chubut según sujeto14 que lo protagoniza.

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada y Diario de Madryn.
Nota: Para facilitar la interpretación de la información, y adecuar la presentación a la periodización propuesta, presentamos los datos de 2002 separados entre el período enero-junio (2002a) y julio-diciembre (2002b).

A contramano de interpretaciones que sostenían una caída de los hechos protagonizados por los asalariados15, éstos siguen apareciendo como el sujeto fundamental de la rebelión en la región. El 68,5% de los hechos fueron desarrollados por asalariados, subiendo esta proporción a 73,7% si le sumamos los hechos protagonizados por asalariados y otros.
Otro sujeto relevante para explicar la conflictividad social son los desocupados, que concentran las acciones que se realizan en los últimos años del período investigado. Si bien para algunas perspectivas teóricas este sujeto estaría expresando a un “nuevo movimiento social”, nosotros lo consideramos una parte de la clase obrera: la porción que no logra que la burguesía le compre su fuerza de trabajo. En verdad, los desocupados no están excluidos de la relación asalariada (ya que la situación de desocupación es inherente a la condición de asalariado) y tampoco son un sujeto distinto de la clase obrera: lo diferenciamos en términos analíticos porque esto nos permite captar algunos elementos particulares, pero sin que esta decisión implique una diferenciación conceptual.
La relación entre ambas categorías queda de manifiesto en el análisis de la conflictividad: si bien la proporción de hechos realizados por el sujeto asalariado tiende a bajar desde el año 2000, si consideramos la sumatoria de hechos protagonizados por trabajadores asalariados y desocupados, las proporciones se mantienen semejantes. Volveremos sobre este rasgo cuando analicemos la rebelión por períodos.
Luego solamente presenta una proporción importante el sujeto estudiantil, que es otra expresión tradicional del conflicto social y no implica el surgimiento de nuevos sujetos. Esos nuevos sujetos sí aparecen bajo la categoría de “otros” y suman una proporción de 3,7%. No parecen ser un factor explicativo clave, excepto por la participación que asumirían en algunos pocos años, como durante 1996. Hay allí una proporción importante de hechos protagonizados por “ecologistas”, alrededor del proceso de movilizaciones contra la instalación de un basurero nuclear en el pueblo de Gastre, ubicado en la meseta central de Chubut. En otros años la mayoría de los hechos agrupados en esta categoría son explicados por familiares de víctimas de delitos16.
Sí creemos fundamental observar lo sucedido desde el 2001 hasta junio 2002, donde se destaca la presencia de 30 hechos agrupados en la categoría “otros”, siendo casi todos realizados desde el sujeto “pueblo”. Distintas fracciones sociales se manifestaron unificadas como campo popular, sin presentar sus reclamos sectoriales como centrales, sino exigiendo transformaciones en tanto conjunto de excluidos del poder político. Desde el segundo semestre de 2002 los conflictos vuelven a fraccionarse y la reaparición de altos niveles en la categoría “otros” (en 2004) se explica por el aumento de los hechos desarrollados por “familiares de víctimas”, reclamando “justicia y seguridad”.
Otro rasgo importante es la cantidad de hechos relevados por año. Vemos allí un alto número de conflictos hasta 1990 (con números cercanos a los 200 en 1987 y 1988) y una significativa caída en 1991. A partir de allí el registro se estabiliza en una cifra baja, pero en leve ascenso, hasta 1997. Desde ese año se produce un nuevo salto que establece otro piso de alrededor de 100 hechos por año (casi el doble del promedio de los años anteriores) y ya para 2001 y 2002 (el único año con más de 200 conflictos) se registra un considerable incremento, que cae en los dos años siguientes y se recupera en 2005.
Podemos comprobar que hasta 1990 se registraba un estándar de conflictividad propio de la fase anterior, con números de hechos muy superiores a los relevados con posterioridad. Hasta ese año se protagoniza la lucha que intenta sostener el polo de desarrollo, reivindicación que finalmente no logra ser exitosa. Esto explica las características del proceso de conflictividad conocido como “chubutazo”17, que precisa de un estudio más detallado.
Observaremos a continuación qué sucede cuando centramos la observación en los hechos protagonizados únicamente por asalariados ocupados, discriminando los protagonizados por estatales, por privados y por ambos:

Cuadro Nº 2: Hechos de rebelión protagonizados por asalariados ocupados según éstos sean realizados por estatales, privados o por ambos, entre 1986 y 2005 en el nordeste de Chubut.

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada y Diario de Madryn.

Surgen dos datos centrales: el primero es la escasa cantidad de hechos protagonizados por el conjunto de los asalariados ocupados. La división entre trabajadores estatales y privados es algo que atraviesa a todo el país pero que en nuestra región se hace especialmente relevante por el rol central que tuvo el estado en su desarrollo, tanto en el ámbito estatal como en el formalmente privado. El reclamo muchas veces planteado por los trabajadores privados, es que el Estado provincial ocupe el rol que antiguamente tenía el Estado nacional, garantizando promociones industriales y planes de obras públicas. Los fondos con esos destinos son disputados, en varias ocasiones explícitamente, por los estatales, quienes reclaman se destinen al aumento de sus salarios.
Casi siempre los hechos son desarrollados en forma fracturada. En ocasiones esto sucede incluso durante las huelgas generales, en las cuales cada grupo de trabajadores desarrolla sus propias acciones. En avances de investigación previos habíamos sostenido la hipótesis de que esta división se habría reforzado por el agrupamiento de gran parte de los gremios estatales en la CTA, mientras los trabajadores privados siguieron mayoritariamente en la CGT. Con los nuevos datos podemos comprobar esa hipótesis: más de la mitad de los hechos realizados en conjunto se explican por los años 1986-87-88, previos a la creación de la CTA18. Son especialmente las huelgas generales de la CGT y las actividades que se realizaban en torno a dichas convocatorias (marchas, actos, ollas populares, etc.).
Es evidente el alto grado de conflictividad que exhiben los trabajadores de ambos sectores hasta 1989. Si bien en el caso de los privados las oscilaciones son menos marcadas, también allí puede observarse una caída abrupta desde 1990. Luego las cifras de conflictos son variables, siendo un dato interesante que recién se recupera un número de conflictos en el sector privado superior a 70 (como había sucedido en 1987) hacia el año 2005.
Entre los estatales hay rupturas más claras. Es muy alto el número de conflictos entre 1986 y 1990, en especial durante 1987 y 1988, cuando se profundizaron los recortes al gasto público y la quita de derechos laborales a estos trabajadores. Luego de 1990 se produce una caída abrupta, que se mantiene desde 1991 hasta 1998. Es un período que caracterizamos como una suerte de "acuerdo tácito" al que se arribó entre estatales y gobierno provincial tras el final del "chubutazo": los estatales sostuvieron su estabilidad laboral a cambio de no movilizarse contra la quita de derechos laborales y la baja de sus salarios. Esto profundizó la división con los trabajadores privados, que durante esos años sufrieron continuos despidos y suspensiones, quienes en varios casos se refirieron a los estatales como “privilegiados”.
Otro rasgo que nos ofrece este cuadro es que, contrariamente a los planteos más difundidos acerca de la protesta social reciente, los asalariados privados conformaron el sujeto fundamental de la rebelión en términos cuantitativos (aún enfrentándose a condiciones de mayor persecución en sus lugares de trabajo).
Si son los asalariados, y dentro de ellos los asalariados privados, los sujetos fundamentales de la rebelión. ¿Cuáles son las formas organizativas fundamentales desde las que se convoca el conjunto de estos hechos? Veámoslo a través del siguiente cuadro.

Cuadro Nº 3: Hechos de rebelión entre 1986 y 2005 en el nordeste de Chubut según organización19 convocante.


Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada y Diario de Madryn.

El primer dato fundamental es la sostenida importancia de la organización sindical. En todos los años es la organización más convocante, con una muy amplia diferencia sobre toda otra forma organizativa. Esta diferencia parece aún más acentuada en los primeros años bajo análisis, cuestión que exploraremos más adelante. Asimismo en esos años es importante el peso de los partidos y organizaciones políticas: esto se explica por el relevante desarrollo que habían adquirido varias fuerzas de izquierda en la región (peso que se perdería hacía 1990).
El análisis cualitativo de los hechos de protesta nos permite observar que la articulación entre diversas organizaciones se produce a partir de las convocatorias sindicales. Esto sucede especialmente durante las huelgas generales, donde también desarrollan diversos hechos organizaciones de desocupados, estudiantiles, empresariales y de autoconvocados. En algunos casos los grupos de desocupados también lograron generar estas articulaciones con otras fracciones sociales, en especial de estudiantes y docentes. Pero esto sucede solamente en el momento de auge de la movilización popular, entre 2001 y 2003.
El importante porcentaje de la categoría “otros” (en especial si lo comparamos con la distribución según “sujeto”) se explica por el surgimiento de organizaciones de trabajadores “autoconvocados”. Son grupos de asalariados, muy relevantes entre docentes y pesqueros, que se organizan por fuera de las estructuras sindicales, con un discurso de oposición a sus conducciones. Esta figura adquiere peso desde 1998 y tiene incidencia en los siguientes años, aunque ya desde 2003 la categoría “otros” se explica en mayor parte por los familiares de víctimas. Los asalariados “autoconvocados” no se oponen a la organización sindical como tal, sino a las conducciones de sus sindicatos, y denuncian que por mecanismos burocráticos se les impide proponer una conducción alternativa. Este caso es claro entre los docentes, donde se registraron varias denuncias de fraude en las elecciones gremiales.
En los hechos conformaron embriones de organizaciones sindicales paralelas, con un funcionamiento en base a delegados y asambleas, y consolidando direcciones estables. Ya hacia 2003 y 2004 los grupos autoconvocados de docentes actúan como sindicatos alternativos, teniendo acceso a licencias gremiales por parte del estado provincial. De todas maneras el surgimiento de estos grupos, si bien no expresa el abandono de la forma sindical (de hecho actualizan la tradición de organización sindical de los trabajadores argentinos), sí muestran la pérdida de poder de algunas conducciones y el cuestionamiento hacia prácticas sindicales que impiden la participación del conjunto de los trabajadores.
Este rasgo se hace evidente durante el 2004 y 2005, cuando es importante el porcentual de conflictos convocados por formas organizativas del sindicato que se oponen a la conducción. Se convocaron distintas medidas desde cuerpos de delegados, asambleas sindicales y comisiones internas, aún contra la opinión de las direcciones locales o nacionales20. Este rasgo, presente en la última fase del período investigado, también lo registra Cotarelo (2008).
Pretendemos observar cuáles son las formas o instrumentos utilizados centralmente en la rebelión social. Durante años se afirmó que se había producido un “cambio de repertorio” en las formas de protesta, donde perdería peso la huelga (como formato que sólo puede ser desarrollado por asalariados ocupados) y los instrumentos de lucha tradicionalmente utilizados por la clase obrera:

Cuadro Nº 4: Hechos de rebelión entre 1986 y 2005 en el nordeste de Chubut según forma o instrumento21 utilizado

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada y Diario de Madryn.

La protesta callejera agrupa el 61% de los hechos (sumando manifestaciones y cortes) y las huelgas mantienen una importancia indiscutible, explicando más del 25% del total de conflictos. Sumando las ocupaciones, estas formas tradicionales de la protesta dan cuenta de casi el 95% de los hechos durante los años relevados.
Diversas investigaciones (Iñigo Carrera y Cotarelo, 1998; Klachko, 2002) muestran que los cortes de rutas y calles no son un instrumento que utilizan solamente los desocupados, sino que también lo toman distintos grupos de trabajadores ocupados, ya sean privados o estatales. Esto se evidencia al observar que los cortes tienen peso en los primeros años del período relevado, cuando aún los grupos de desocupados no eran un sujeto clave del conflicto social. Aún así es destacable que allí aparecen menos cortes que hacia el final del período, al tiempo que son muy importantes la cantidad de huelgas. En los años posteriores al 2001, este instrumento de lucha también empieza a ser utilizado por los pobres y vecinos.
Por último intentaremos observar qué sucede cuando estos mismos datos los discriminamos de acuerdo a la periodización que realizamos22. Aquí pueden registrarse más claramente algunas rupturas y continuidades en torno a las características del conflicto social en la región. En primer lugar tomamos a los sujetos de la rebelión:

Cuadro Nº 5: Hechos de rebelión entre 1986 y 2005 en el nordeste de Chubut por sujeto que lo protagoniza según periodización

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada y Diario de Madryn.

Una primera mirada indica que hay un constante descenso relativo en la  participación de los asalariados. Este descenso se explica fundamentalmente por dos factores: el crecimiento de los hechos de protesta protagonizados por los desocupados (asalariados sin trabajo) y el aumento de los agrupados en el sector "otros". La delimitación por sujeto de la protesta, nos permite observar un relativo descentramiento de los asalariados ocupados como eje absoluto del conflicto social. Esta reflexión la realizamos sin dejar de destacar, al mismo tiempo, que la sumatoria de asalariados y asalariados + otros incluye, en el momento de menor porcentual, al 57% de los hechos (pero que contrapuesto al 90,2% del primer período, es significativamente menor).
Es evidente el aumento en número de hechos que van registrando los desocupados (aunque en 97-99 cae en términos relativos) y el descenso sostenido de los asalariados en número absoluto hasta el momento de ascenso que se inicia en 1997. Allí comienza una recuperación, aunque siga cayendo en términos porcentuales. También la pequeña burguesía registra un relativo aumento de hechos y de su incidencia en la conflictividad: tal vez esto exprese el proceso de proletarización y pauperización que algunas de sus capas estaba atravesando (Donaire y Rosati, 2010).
Otro rasgo importante es el alto porcentual al que llega la categoría de “asalariados y otros” en el momento de mayor conflictividad (2000-2002a), para luego caer al corporativizarse nuevamente la protesta23. Por último, queda en evidencia el descenso de hechos de rebelión desde el primer período hasta 1997, cuando comenzó a ascender.
Resultados similares a los expuestos se evidencian al comparar los hechos protagonizados por asalariados ocupados, distribuidos según sean estatales o privados, y por período:

Cuadro Nº 6: Hechos de rebelión protagonizados por asalariados ocupados, según éstos sean realizados por estatales, privados o por ambos, entre 1986 y 2005 en el nordeste de Chubut, discriminados según periodización

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada y Diario de Madryn.

El período 1986-1990 destaca la fuerte presencia en la conflictividad de los estatales, en una fase de profundas transformaciones en el estado provincial y nacional, donde también los trabajadores privados de la región comenzaban a sufrir el cierre de fábricas, los despidos y suspensiones. Este ataque hacia los trabajadores privados continuaría en los años siguientes, mientras que entre los estatales se impuso esa suerte de "acuerdo tácito" al que hicimos referencia. Ya destacamos, pero en este cuadro se hace aún más visible, la fragmentación en las luchas de ambas fracciones de trabajadores, división que no parecía ser tan relevante en el período 1986-1988.
Solamente en las dos primeras etapas los estatales protagonizaron más hechos que los privados, situación que se sostiene posteriormente, aunque con menos diferencia  a partir de 1997. Durante el período 2000-2002a se iguala coyunturalmente la distribución, cuando también aparece la mayor cantidad de conflictos efectuados en forma conjunta.
La evaluación de los hechos según la organización convocante muestra una distribución por períodos que coincide centralmente con los rasgos ya descriptos:

Cuadro Nº 7: Hechos de rebelión entre 1986 y 2005 en el nordeste de Chubut según organización convocante, discriminados según periodización

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada y Diario de Madryn

En un proceso semejante al que vimos en el caso de la distribución de sujeto por período, aquí también se hace observable una caída relativa de los hechos convocados por los sindicatos a lo largo de los diversos períodos, aunque con oscilaciones. Fundamentalmente ese descenso se explica por el aumento porcentual de los hechos promovidos por organizaciones de desocupados y por el conjunto de organizaciones agrupadas en la categoría "otros". Nuevamente vemos que, aunque los sindicatos continúan siendo la organización clave para comprender la dinámica del conflicto social, esto se ha fragmentado en comparación con el período analizado de la década del ochenta o los primeros años del noventa.
Finalmente en la distribución por períodos de las formas de rebelión también podemos encontrar algunos elementos de interés en torno a los cambios en la configuración del conflicto social en la región:

Cuadro Nº 8: Hechos de rebelión entre 1986 y 2005 en el nordeste de Chubut según instrumento o forma utilizada, discriminados según periodización

Fuente: elaboración propia en base al registro de Diario Jornada y Diario de Madryn

Se destaca la permanente relevancia de los hechos desarrollados en la calle (manifestaciones más cortes). Sin embargo hay fuertes oscilaciones: mientras que al final del período estas formas de lucha agrupan alrededor del 70% de los hechos, en los primeros años analizados sólo llegan a una cifra cercana al 50%. Esto se explica por la tendencia a una relativa pérdida de centralidad de la huelga como instrumento de protesta.
Vemos que en los primeros períodos el porcentual de huelgas se acerca al 40% de los hechos, para comenzar a descender hasta estabilizarse por debajo del 20% en los últimos años. Se observa entonces una relativa perdida de centralidad de esta forma de lucha, reservada a los asalariados ocupados, y el aumento de otras formas, como cortes, marchas, etc., que pueden ser desarrolladas por diversos sujetos.
Registramos un aumento de la importancia de los cortes como instrumento de rebelión. El descenso en términos relativos de las huelgas, y el aumento en términos relativos y absolutos de los cortes, evidencia una modificación en la modalidad de las luchas. Durante el último período analizado se hace evidente la asociación de las huelgas de trabajadores con cortes de rutas y calles, tal como sucede en la huelga pesquera de 200524. Es posible que la huelga por sí sola ya no garantice ni la victoria del reclamo ni la visibilidad de la protesta: el corte de ruta, en cambio, obliga al resto de la sociedad a involucrarse en el conflicto. Podemos hipotetizar que, como parte de los cambios desarrollados, los trabajadores necesitan extender el conflicto más allá del espacio laboral para conquistar sus reivindicaciones.
Las ocupaciones siempre mantienen un número relevante de hechos, con un aumento relativo en los años de descenso de los conflictos, explicado por los hechos de toma de fábrica ante los anuncios de cierre, quiebras y/o despidos.

Resultados

El análisis de los hechos de rebelión desarrollados en el nordeste de Chubut entre 1986 y 2005 nos presenta varios resultados de significativa importancia que ya han sido relevados a lo largo del artículo. La rebelión en esta región toma un interés específico, dado que se trata de una estructura socioeconómica que sufrió profundos cambios durante el período abordado. Se modificó abruptamente el modelo que había generado su crecimiento, en el marco de un proyecto basado en el dominio del capital industrial, a partir de la instalación hegemónica del proyecto del capital financiero para Argentina. Por ello consideramos que este trabajo, enfocado en una región particular del país, presenta resultados de interés para el debate sobre los cambios en la conflictividad social a nivel nacional.
La caída de fábricas y la pérdida de puestos industriales en la región parecían hacer obvia la conclusión, sustentada por muchos abordajes académicos sobre el período, acerca de la supuesta desaparición o debilitamiento de la clase obrera. La caída de los programas de polos de desarrollo y promoción industrial llevaron al cierre de gran cantidad de plantas industriales y a la pérdida de miles de puestos de trabajo vinculados a la producción manufacturera.
El análisis de los hechos de rebelión a lo largo de más de veinte años de historia demuestra que la centralidad de los asalariados (ocupados y desocupados) es incuestionable en cualquier intento de comprender el origen de la conflictividad social reciente. Dentro de la clase, son los trabajadores ocupados los que se presentan como el sujeto fundamental de la rebelión. La organización convocante clave sigue siendo el sindicato y las formas de la rebelión son las tradicionales (huelgas y manifestaciones callejeras). La periodización muestra una relación con el ciclo nacional de rebelión, aunque con particularidades importantes.
Sin embargo, al observarse los cambios por período, registramos una tendencia al descenso relativo de la cantidad de hechos protagonizados por asalariados ocupados, a los hechos convocados por sindicatos y a la cantidad de huelgas. Parece indudable que, sin descartar los elementos tradicionales del conflicto social, debemos incluir en nuestro análisis de los hechos de rebelión del pasado reciente a los nuevos sujetos, las nuevas formas de protesta y las nuevas organizaciones convocantes. Estas modificaciones que registramos en las características del proceso de lucha, son expresión de la transformación socioeconómica que sufrió la región investigada durante el auge neoliberal y de los caminos que los sujetos subalternos formularon para intentar conquistar sus reivindicaciones en el marco de esas nuevas, y cambiantes, relaciones de fuerzas.

Notas

1 Proyectos inspirados en diversas teorías, especialmente del economista François Perroux (1955), quien sostenía que ante la imposibilidad de un desarrollo homogéneo de las regiones atrasadas, el Estado debía generar “polos” que irradiarían el crecimiento hacia sus alrededores a través del encadenamiento de actividades económicas.

2 En este artículo, y a fines de una redacción menos repetitiva, utilizamos "conflicto social" o "protesta" como sinónimos de esta categoría conceptual.

3 Tomamos el concepto de rebelión de Engels (1974). Las formas de la rebelión van desde las más elementales acciones que no conducen a cambios en la sociedad, aunque contengan elementos de rebeldía, hasta las formas más sistemáticas y conscientes, en una escala que llega hasta la insurrección consciente.

4 Texto del decreto-ley de Aramburu. Citado en Gatica (2007).

5 Entre otros autores. Astarita lo sintetiza así:“La sociedad de conjunto, puesta en esta situación pide “orden”, y esto legitima la reversión brusca hacia la moneda dura -mediante la Convertibilidad- y el disciplinamiento a través del mercado” (p. 14).

6 Entre otros elementos que hemos registrado (venta de empresas, asociaciones con transnacionales, declaraciones públicas de empresarios con intereses en la región) el hecho más relevante fue la firma del Pacto Fiscal por parte de las provincias patagónicas a fines de 1993, que fue impulsado por la Unión Industrial Patagónica y la Federación Económica del Chubut.

7 En ese conflicto los trabajadores impidieron el descuento salarial que impulsaba la empresa, pero sufrieron el despido de una parte importante del activismo sindical opositor a la UOM. Ver Pérez Álvarez, 2012.

8 Para observar el proceso nacional ver Iñigo Carrera, 2001.

9 El elemento particular es que mientras a nivel nacional estas alianzas se daban con sectores opositores al gobierno de Menem (especialmente el Frepaso y la UCR), en la región solían sumarse a las huelgas sectores del PJ, dado que el gobierno provincial estuvo en manos de la UCR entre 1991 y 2003.

10 Es importante recordar que en Chubut no se produce el recambio electoral que sí se da a nivel nacional.

11 Del 13 al 19 de marzo se desarrolló un corte de la ruta nacional N°3, que concluyó con la obtención de todos los puntos reclamados y un evidente fortalecimiento de los grupos de desocupados. El corte contó con una amplia solidaridad por parte de grupos sindicales, estudiantiles y distintos sectores. El 18 de abril desocupados, sindicatos y estudiantes de Trelew, Rawson, Puerto Madryn y Comodoro Rivadavia, se concentraron en Rawson. Se enfrentó y superó el cordón de seguridad policial que cercaba la Legislatura, y se entró en ella tomando las instalaciones por más de veinte minutos. El hecho de Legislatura marca una división entre los sectores más radicalizados y los que buscaban una salida negociada con el gobierno.

12 En junio, los grupos de desocupados y la UOCRA cortaron la ruta nacional N°3 el mismo día, pero por separado. El gobierno aceptó negociar con el sindicato pero no con los piqueteros. Se aisló política y físicamente el corte de los desocupados, que culminó con una derrota. Un cerco policial impide el suministro de alimentos y gomas para protegerse del frío ante las bajas temperaturas.

13 Son todos conflictos de larga duración y gran repercusión social. En el caso de la huelga pesquera se mantuvieron durante más de un mes 14 cortes de rutas que impedían la actividad en los puertos de la región (Pérez Álvarez, 2009). En Aluar, por primera vez, los trabajadores desconocieron las actas esenciales, dejando sin atención las cubas electrolíticas y poniendo en riesgo el proceso de producción continua.

14 Las categorías de sujetos incluidos en el cuadro son:
Asalariado: además incluye jubilados, profesionales asalariados y familiares de trabajadores.
Asalariado y otros: asalariados más pequeña burguesía, estudiantes, patrones, propietarios, militantes, vecinos, usuarios, pobres, etc.
Estudiantil y comunidad educativa - Pequeña burguesía: comerciantes, empresarios, propietarios de medios de transporte, vendedores ambulantes, productores agropecuarios, profesionales, ahorristas.
Vecinos y Pobladores. - Desocupados. - Pobres, villeros, sin techo, sin tierra. - Militantes, dirigentes, funcionarios
Otros: familiares de víctimas, familiares de detenidos, ecologistas, veteranos de Malvinas, autoconvocados por médico condenado por mala praxis, madres de un barrio, hinchas de club de fútbol, presos, evangélicos, motociclistas, pueblo.

15 Ver, entre otros: Farinetti, 1999; Schuster, Naishtat, Nardacchion y Pereyra, 2005; Svampa, 2008; Seoane, 2002. Para el debate con estas perspectivas ver Izaguirre, 2006.

16 Este reclamo aparece desde fines de la década del noventa, en general presentando formas reaccionarias. Seguimos a Cotarelo (2008): “Consideramos que el reclamo por mayor seguridad resulta reaccionario o antipopular dadas las características de los hechos en que se lo esgrimió. Si bien puede tratarse de un interés legítimo para buena parte del pueblo, la convocatoria a marchas y otros hechos partió desde distintas expresiones del régimen político y formó parte de la constitución de una fuerza social que levantó –y levanta- la bandera del orden contra el “delincuente pobre” y el “rebelde pobre” (p. 213).

17 Así se denomina a un importante proceso de protestas de trabajadores estatales producido en Chubut durante los últimos meses de 1990 contra el atraso en el pago de sueldos del estado provincial, que culminó con la caída del gobernador Néstor Perl (Pérez Álvarez, 2006).

18 Los otros dos años de varios hechos conjuntos son 1996 y el 2001, en ambos casos explicados por huelgas convocadas por alguna fracción de la CGT junto a la CTA.

19 Las categorías utilizadas son las siguientes:
Sindical: incluye de jubilados y profesionales asalariados y todas las instancias de organización sindical, sea nacional, seccional, comisiones internas, delegados, etc.
Sindical y otros: sindical y partidos políticos, y grupos de DDHH, y organizaciones vecinales, de pequeños propietarios, estudiantiles, multisectoriales, de desocupados, de empresarios.
Multisectorial - Empresaria: de empresarios, profesionales y gubernamental
Estudiantil: incluye de estudiantes y comunidad educativa y estudiantes y grupos políticos
De desocupados - Partidos y organizaciones políticas
Otros: espontánea, vecinal, autoconvocada, religiosa, de DDHH, de pequeños propietarios, familiares de víctimas, ecologistas, usuarios o consumidores, iglesias, clubes de fútbol, ecologistas, ocupas, pueblos originarios, etc.

20 En estos casos nuestro registro las categoriza como hechos convocados por la organización sindical.

21 Las categorías utilizadas son las siguientes:
Manifestación: incluye marcha, concentraciones, carpas, escraches, radios abiertas, ollas populares, exhibición artística y festivales, abrazo a edificio, misas, asambleas públicas, caravanas de vehículos, clases públicas, batucada, cacerolazo, tractorazo, ayuno colectivo, junta de firmas en la calle, vigilia.
Cortes: incluye corte de ruta y corte de calle
Ocupaciones: de lugares de trabajo, facultades, escuelas, edificios públicos, bancos, viviendas, terrenos, edificios abandonados, empresas privatizadas, locales sindicales, plazas, etc.
Ataques: apedreos e incendios de edificios públicos, bancos, sedes de empresas, medios de transporte, locales partidarios o sindicales.
Otros: huelga de hambre, motín carcelario, resistencia a desalojo de vivienda o terreno, jornada de luto o de protesta, encadenamiento, toma de rehenes, trabajo a desgano, apagón, cerco a supermercado, cerco a legislatura, etc.

22 Al no tratarse de períodos homogéneos en su temporalidad (ya que los mismos no están definidos por criterios cuantitativos) las comparaciones, tanto de los porcentuales como especialmente de la cantidad de hechos, deben tomarse como indicadores de procesos y no como criterios taxativos.

23 Esto no implica que un hecho protagonizado por asalariados y otros sea necesariamente no corporativo, sino que en el 2000-2002a se expresan tendencias en este sentido, que se observan en el aumento de esa categoría (Pérez Álvarez, 2013).

24 Pérez Álvarez, 2009; fenómenos semejantes ocurren ese año en la región sur de Chubut, durante la huelga petrolera y docente.

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