ARTÍCULOS
La producción de estadísticas sobre conflictos laborales: un estudio comparado1
Lucía Montenegro Loewy2, Mariela Verónica Rocca3
 2 Lic. en Sociología,  Universidad de Buenos Aires (UBA). Correo-e: luloewy@gmail.com
      3 Dra. en Ciencias Sociales (UBA) e investigadora  del Centro de Estudios en Ciudadanía, Estado y Asuntos Políticos (CEAP-UBA). Correo-e: maverocc@yahoo.com.ar
1 Las autoras agradecen a los/as integrantes de la Dirección de Estudios de Relaciones del Trabajo (MTEySS) los comentarios y sugerencias que realizaron a una versión preliminar de este trabajo y los eximen de cualquier responsabilidad en cuanto a los errores u omisiones que pudieran existir.
Recibido:  1/3/2018 
    Aceptado: 17/7/2018
Resumen
 La elaboración de datos sobre conflictos laborales forma  parte de la agenda de los sistemas estadísticos nacionales y de los organismos  internacionales, así como de la producción académica vinculada a temas  laborales. Dentro de este campo, se reconocen múltiples tradiciones teóricas y  abordajes metodológicos vinculados a: 1) el ámbito particular en el que se  inscribe la conflictividad (el sistema de relaciones laborales, la estructura  productiva, las características del mercado de trabajo, etc.); 2) los objetivos  que orientan la construcción de los datos estadísticos y 3) las decisiones  metodológicas referidas a las fuentes de información, la definición de la  unidad de análisis y los indicadores. 
  En este marco, este artículo aborda de manera comparada las  formas en que los datos sobre conflictos laborales son elaborados por los  organismos oficiales de estadística. Se contribuye así a generar información  actualizada sobre aspectos metodológicos fundamentales que, en la mayoría de  los casos, no se encuentran disponibles o explicitados. Asimismo, a partir del  análisis comparativo y la descripción en profundidad de una variedad de casos,  se aporta a la discusión teórico metodológica más general que atraviesa el  estudio de este tipo de estadísticas, contribuyendo a la elaboración de  categorías analíticas que amplíen los alcances de los estudios en el campo. Por  otra parte, el desarrollo de estos aspectos metodológicos plantea nuevos  interrogantes de investigación que, sin ser objetivos de este artículo,  resultan fundamentales para iniciar un estudio de aquellos factores (sistemas  de relaciones laborales, estructura productiva, entre otros) que den cuenta de  los criterios metodológicos divergentes adoptados en cada país. 
  El análisis se basa en la comparación de la producción estadística  de Alemania, Argentina, Australia, Chile, España, Estados Unidos, Francia,  México y el Reino Unido. Con respecto a las dimensiones estudiadas, se  consideran: las fuentes de información, la unidad de análisis, los indicadores  de la conflictividad laboral con paro y los conflictos que no involucran una  huelga como modalidad de acción colectiva. 
Palabras clave: Conflictos laborales; Estadísticas oficiales; Metodología comparada.
Abstract
Data Production on Labor Disputes: A Comparative Study
  As part of the international statistical agenda, data  production on labor disputes or collective labor conflicts entails multiple  research traditions and approaches in connection with: 1) the context in which  disputes are recorded (labor relations system, productive structure, labor  market characteristics, etc.); 2) the aims of the statistics and; 3) the  methodological aspects (information sources, definition of the unit of analysis  and indicators). 
  This paper compares the different ways in which  statistics on labor disputes are elaborated by government statistical agencies.  The research contributes to generate updated information on fundamental  methodological aspects that, in most cases, is not easily available. Likewise,  the comparative approach enriches theoretical and methodological discussions  related to the study of this type of statistics by raising new research questions  concerning collective action. 
  The analysis is based on the  comparison of official statistics produced by Argentina, Australia, Chile,  France, Germany, Mexico, Spain, the United Kingdom and the United States. Regarding  the dimensions proposed for this study, authors consider: information sources,  the unit of analysis, labor conflicts indicators involving strike and  non-strike disputes. 
Key words: Labor disputes; Official statistics; Comparative methods.
Introducción
 La producción de datos sobre conflictos laborales o  conflictos colectivos de trabajo forma parte de la agenda estadística a nivel  internacional. Asumida por los organismos oficiales de estadística de cada  país, constituye un elemento fundamental para el análisis y caracterización de  la dinámica de las relaciones del trabajo. Dentro de este campo, se reconocen  múltiples tradiciones teóricas y abordajes metodológicos vinculados a: 1) el  ámbito en el que se inscribe la conflictividad (sistema de relaciones  laborales, estructura productiva, características del mercado de trabajo,  etc.); 2) los objetivos que orientan la construcción de datos estadísticos y 3)  las decisiones metodológicas (fuentes de información, definición de la unidad  de análisis e indicadores). 
  ¿Es posible establecer una comparación de las estadísticas  sobre conflictos laborales a nivel internacional? ¿Cuáles son los problemas que  se presentan a la hora de establecer dicha comparación? Tal como se expondrá en  el análisis, constituye un error suponer que los hechos que se incluyen bajo  determinada categoría tienen significados similares (Edwards, 1987). Las  propias definiciones de huelga varían, entre otros factores, en función de los  sistemas de relaciones laborales, los repertorios de protesta y los sentidos  asociados a la interrupción del trabajo en cada uno de los países y a lo largo  del tiempo. Esto no significa que las huelgas no sean en ningún punto  comparables entre sí, sino que es necesario encontrar aquellos rasgos que hacen  a su comparabilidad sin por ello caer en la homogeneización del fenómeno.
Por otra parte, la huelga  tampoco debería considerarse como un índice fiable de las proporciones de la  protesta, ya que esta última puede expresarse bajo otras modalidades (Edwards,  1987). Las mismas varían en cada contexto histórico-social y adquieren  distintos significados y relevancia en el conjunto de los repertorios de la  acción colectiva. Es decir, si bien se pueden establecer a nivel internacional  parámetros de comparación midiendo la actividad huelguística, estos parámetros  son relativos a las formas predominantes de la protesta en cada país. Así, la  cuestión de la comparabilidad comporta una serie de aspectos que no deben ser  subestimados al momento de proponer un análisis a nivel internacional. En este  sentido, la estandarización no salda el problema. Si bien una mayor rigurosidad  u homogeneidad respecto de los criterios utilizados en cada país para la elaboración  de la estadística contribuiría a mejorar las condiciones de comparabilidad, las  limitaciones presentadas en términos de las características que puede asumir la  conflictividad como proceso dinámico e histórico subsisten. Cualquier estudio  debería partir de estas consideraciones y evitar forzar categorías de análisis  bajo una comparación lineal. 
  Por otra parte, en torno a las técnicas de recolección y los  criterios de elaboración de los datos, Edwards (1987) señala que pueden existir  dificultades para acceder a su conocimiento, sobre todo cuando quedan limitados  a procedimientos de tipo burocráticos que, aunque se muestren como técnicas  objetivas, se encuentran relacionados con contextos sociales específicos4. A su  vez, Chernyshev (2003, p. 11, traducción propia) señala que las comparaciones  internacionales “resultan complicadas por las diferencias en los métodos de  compilación de la información y los criterios para incluir o dar cobertura a  los paros de actividad en cada una de las estadísticas”.
En este  artículo, se comparan las formas en que se elaboran las estadísticas  sobre conflictos laborales en Alemania, Argentina, Australia, Chile, España,  Estados Unidos, Francia, México y el Reino Unido. Si bien existe una  multiplicidad de instituciones que realizan dichas mediciones, este estudio se  centra en los organismos oficiales de estadística cuyas producciones se  enmarcan bajo parámetros internacionales.5 Por  otra parte, la capacidad técnica y  los recursos que poseen respecto de otro tipo de instituciones les permite  construir datos de mayor calidad y confiabilidad. 
La exposición se estructura en dos apartados. En el primero,  tras la presentación de los aspectos metodológicos considerados para la  comparación, se exponen los principales resultados obtenidos. El segundo  apartado se dedica a las reflexiones finales, a la vez que se plantean algunas  líneas de investigación para desarrollar en futuros trabajos. 
Principales consideraciones metodológicas y resultados del análisis comparativo
Antes de presentar los resultados obtenidos en base al  estudio comparado, se exponen las cuestiones metodológicas y las dimensiones  analíticas contempladas. Los casos analizados fueron seleccionados a partir de  la definición teórica de una serie de dimensiones, que surgieron del estudio de  las diversas tradiciones existentes en la elaboración y análisis de las  estadísticas de conflictos laborales en los distintos países. En base a estas  dimensiones, y a partir de criterios de saturación teórica propios de las  técnicas cualitativas de investigación, se definió una muestra representativa.6 Como  resultado de este proceso, se estableció una muestra final de nueve países que  refleja la heterogeneidad existente en el universo de análisis, delimitado por  la información disponible7 (ver Anexo, Cuadro N° 1).
Respecto de las fuentes de información utilizadas, se  relevaron las páginas web de los organismos oficiales de estadística y se  analizaron los informes técnicos y metodológicos allí presentados. Se tuvo en  cuenta también la información provista por el sitio oficial de la Organización  Internacional del Trabajo (OIT). Asimismo, se consultaron documentos académicos  y demás producciones que analizan los abordajes y metodologías aplicadas.
A partir de la revisión de la  bibliografía especializada, se definieron como dimensiones de análisis: 1)  fuente de información, 2) unidad de análisis, 3) indicadores de la  conflictividad laboral con paro y 4) otras expresiones de la conflictividad  laboral. Para cada una de ellas, se construyeron categorías que permitieron  agrupar los diferentes casos a fin de compararlos entre sí, mostrando las  similitudes y diferencias presentes en la construcción de la estadística sobre  conflictos laborales. Los ejemplos consignados para cada una de las dimensiones  analizadas no son exhaustivos, la referencia a los países tiene un carácter  ilustrativo. Al mismo tiempo, se trata de un estudio sincrónico que no pretende  dar cuenta de los cambios metodológicos ocurridos a lo largo del tiempo en la  elaboración de la estadística, sino comparar su configuración actual. 
A continuación, se presentan los principales resultados  obtenidos de la comparación de los casos. Algunas de las preguntas que  atraviesan este desarrollo son: ¿Cuáles son los límites y potencialidades que  presentan las distintas fuentes de recolección? ¿Cómo se recorta el objeto de  estudio? ¿Qué definiciones sobre conflictos colectivos de trabajo se asumen?  ¿Qué eventos se excluyen y cuáles se registran? ¿Qué indicadores se utilizan  para la medición de los conflictos que involucran acciones con paro? ¿Cómo se  miden y construyen estadísticas en torno a acciones conflictivas que no  conllevan la interrupción del trabajo? 
Fuentes de información
De acuerdo con el relevamiento efectuado, es posible clasificar las fuentes de información utilizadas para la confección de las estadísticas en tres grandes grupos: a) registros administrativos (en el marco de los procesos de conciliación y arbitraje), b) medios de prensa y c) encuestas a empresas8 (ver Anexo, Cuadro N° 2). Esta variedad de fuentes se relaciona con diferentes tradiciones de investigación relativas a los conflictos laborales y con las distintas definiciones que se asume en cada caso respecto del fenómeno que se quiere medir.
Registros  administrativos en el marco de procesos de conciliación y arbitraje  
  En el caso chileno, el organismo oficial de estadística  (Ministerio de Trabajo y Previsión Social) basa su medición en los registros  administrativos de las instancias de conciliación que constan en el Sistema  Informático de Relaciones Laborales. La selección de esta fuente de información  se relaciona directamente con la definición de la unidad de análisis, puesto  que considera la definición de huelga establecida por la legislación. El  derecho a huelga se circunscribe exclusivamente al ámbito de la negociación  colectiva reglada. Otro de los países que adopta este tipo de fuente es México.  El Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI)  centraliza la información provista por las 206 juntas locales y regionales de  conciliación dependientes del Ministerio de Trabajo y Previsión. 
Medios de prensa  
  Entre los países que utilizan como fuente principal de  relevamiento los medios de prensa se encuentran: Argentina, Australia, Estados  Unidos y el Reino Unido. En general, el relevamiento incluye medios masivos  (principalmente diarios) y sitios web sindicales. En algunos casos, a su vez,  se consultan sitios empresariales. En Argentina, por ejemplo, se relevan de  manera sistemática más de 140 medios de prensa (nacionales, regionales, locales  y especializados) que cubren la información de todo el país, atendiendo a la  diversidad que se presenta en cada una de las provincias y al interior de las  mismas. Esta cobertura posibilita la captación de un número de acciones  conflictivas superior al registrado por estadísticas de organismos no  oficiales, que utilizan otras fuentes de recopilación de los datos o se basan  únicamente en medios de tirada nacional en los que las acciones que se producen  a nivel local tienden a subregistrarse (DERT, 2015). 
  En los casos de Australia, Estados Unidos y el Reino Unido se  aplican, en un segundo momento, otros instrumentos (cuestionarios vía email y  por correo postal, consultas telefónicas) para complementar los registros  obtenidos en medios de prensa. Sin embargo, el relevamiento de medios sigue  siendo central para la elaboración de la estadística en estos países.9 Queda  planteado el interrogante respecto de las garantías de mayor exhaustividad que  puedan obtenerse a partir de esta complementación de fuentes. En cualquier  caso, se desprende que la obtención de los datos no puede quedar librada  solamente a la voluntad de quien está llamado a responder, sino que requiere de  estrategias más amplias y de mayores recursos para su concreción. En otros  casos, los cuestionarios son utilizados como fuente para relevar otro tipo de  indicadores de la conflictividad laboral, por ejemplo, la cantidad de  huelguistas. 
Encuestas a empresas  
  En cuanto a los países que realizan sus registros a partir de  encuestas a empresas, es posible hacer una distinción entre aquellos que envían  los formularios para ser cumplimentados directamente por el empleador bajo  obligación legal (Alemania y Francia) y los que aplican la encuesta a través de  las oficinas locales de empleo (España). En ambos casos, algunos autores  advierten sobre la posibilidad de que se produzcan sesgos vinculados a los  criterios utilizados en la implementación de las encuestas. 
  En el caso de la aplicación a través de inspectores por medio  de oficinas descentralizadas o de organismos locales, los sesgos pueden  presentarse a partir de la existencia o no de criterios uniformes de  recolección en cada jurisdicción, pudiendo plantearse una divergencia entre las  definiciones adoptadas por quienes elaboran el dato y quienes lo recolectan. Lo  mismo sucede en relación con la homogeneidad de las respuestas en los casos en  los que son los propios empleadores los que completan la encuesta. En este  caso, además se añaden problemas metodológicos vinculados con el nivel de  respuesta que se obtiene. Dribbusch y Vandaele (2016) señalan los altos niveles  de subregistro que, a pesar de la obligación legal de responder, se observan en  Alemania y lo relacionan con las pocas sanciones que se verifican por  incumplimiento de los reportes de huelgas.10
  Otra forma de clasificar las fuentes de información se  vincula a su carácter primario o secundario. Es posible identificar así dos  grandes grupos: a) aquellos que elaboran los datos en base a fuentes propias  (fuente primaria) y b) aquellos que utilizan datos producidos por otros  organismos (fuentes secundarias). En el primer grupo, se ubica la Argentina,  cuya estadística es elaborada a partir del relevamiento que realiza el área  especializada en la temática, que define los criterios teórico-metodológicos a  aplicar. Como ejemplo del segundo tipo, se encuentra México donde, como ya se  describiera, el Instituto de Estadísticas recaba la información a partir de los  datos provistos por la oficina de conciliación del Ministerio de Trabajo. La  utilización de estos datos secundarios suscita una serie de discusiones  metodológicas, vinculadas a los problemas que pueden acarrear su uso, dada la  distancia que podría presentarse entre los objetivos de la propia estadística y  los que contribuyeron a generar el dato originariamente. Si bien a partir de  las fuentes utilizadas no es posible determinar los niveles de recursos  asignados para la elaboración de cada una de las estadísticas nacionales, este  aspecto no es menor en cuanto a garantizar prácticas coherentes de recolección,  dado que la calidad de la estadística depende de los recursos económicos, de  personal y materiales puestos a disposición de la misma. 
  Para finalizar, más allá de las distintas formas en que  pueden clasificarse las fuentes de información, cabe preguntarse en qué medida  éstas guardan relación con la definición de la unidad de análisis asumida. Es  decir, en qué grado la fuente permite captar el fenómeno que se quiere medir y  cuáles son las ventajas y desventajas que puede presentar. 
Unidad de análisis
Es posible dar cuenta de una vasta tradición relacionada con  la producción de datos y análisis de los conflictos colectivos de trabajo.  Fruto de dichas tradiciones y con diversos niveles de desarrollo según el país  del que se trate, se fueron conformando 
  distintos modos de abordaje y  conceptualización por lo que no todas las estadísticas adoptan la misma  definición respecto de la unidad de análisis. 
  En relación con la definición de la unidad de análisis, la  OIT (1993) define un conflicto colectivo de trabajo o conflicto laboral como  una 
  situación de desacuerdo referente a una cuestión o a un  conjunto de cuestiones con relación a la cual o a las cuales existe una discrepancia  entre trabajadores y empleadores, o acerca de la cual o de las cuales los  trabajadores o empleadores expresan una reivindicación o queja o dan su apoyo a  las reivindicaciones o quejas de otros trabajadores o empleadores. 
  Además, distingue distintos tipos de acciones: la huelga y  otras acciones conflictivas. La primera es definida como “una interrupción  temporal del trabajo efectuada por uno o varios grupos de trabajadores con  objeto de obtener reivindicaciones o rechazar exigencias o expresar quejas o  apoyar las reivindicaciones o las quejas de otros trabajadores”. Mientras que  entiende por otras acciones aquellas desarrolladas 
  por uno o varios grupos de trabajadores o por uno o varios  empleadores con objeto de lograr reivindicaciones, rechazar exigencias o  expresar quejas o apoyar las reivindicaciones o las quejas de otros  trabajadores, sin que impliquen una interrupción del trabajo (OIT, 1993, p. 2). 
  Sin embargo, a pesar de esta recomendación internacional, no  todos los países realizan sus estadísticas adoptando este criterio. La mayoría  utiliza marcos conceptuales más restrictivos, según los cuales limitan el  análisis de la conflictividad a aquellos conflictos que implican una  interrupción del trabajo. Esto se encuentra relacionado, entre otras cosas, con  los objetivos que cada medición estadística se plantea. 
  El Australian Bureau of Statistics señala en su apartado  metodológico que adopta el término “industrial dispute” bajo una  definición más estrecha que la recomendada internacionalmente por la OIT. El  concepto refiere únicamente a huelgas y lockouts, excluyendo otro tipo  de acciones: 
Las disputas de trabajo comprenden las huelgas, que implican la retirada de la tarea por parte de un grupo de empleados; y los lockouts que implican la negativa del empleador o un grupo de empleadores a permitir que algunos o todos sus empleados trabajen” (2007, recuperado de la web, traducción propia).
Por el contrario, el caso argentino puede citarse como un ejemplo de una estadística que ha logrado incorporar una definición más amplia de conflicto laboral, asumiendo las recomendaciones del organismo internacional. En su definición, entiende
por disputa laboral “la serie  de eventos desencadenada a partir de una acción conflictiva realizada por parte  de un grupo de trabajadores o empleadores con el objeto de alcanzar sus  reivindicaciones laborales”. De esta definición, se desprende la incorporación  de acciones que implican la interrupción del trabajo y de otro tipo de acciones  conflictivas presentes en los conflictos laborales (manifestaciones, cortes,  ocupaciones, bloqueos, entre otras). 
  Para un análisis más desagregado respecto de la unidad de  análisis, se recupera el abordaje que realiza Shalev (1989). Este autor  desarrolla tres variables que hacen a su definición: a) las exclusiones, las  definiciones que establecen aquello que queda por fuera del universo de  medición (e.g.: tipo de relación contractual, ámbito institucional,  marco legal, tipos de acción conflictiva, entre otros); b) los umbrales,  relacionados con la unidad mínima de registro a partir de la cual se incluyen  los casos en la estadística (e.g.: cantidad de trabajadores implicados,  cantidad de jornadas no trabajadas, etc.); c) el alcance, vinculado a la  delimitación de la unidad del conflicto, es decir, a establecer cuando una  disputa laboral debe considerarse como finalizada (e.g.: criterios para  la delimitación del inicio y cierre del conflicto: lapso temporal, actores  involucrados, motivos que suscitan el conflicto, registro de establecimientos  directa y/o indirectamente afectados, etc.). En el Cuadro N° 3 del Anexo, se  presenta un resumen de estas variables según cada país. 
Exclusiones  
  En los casos analizados, pueden identificarse tres formas de  expresión de las exclusiones: las relativas a ciertas definiciones legales que  regulan el ámbito laboral, las vinculadas al ámbito institucional y las  definiciones metodológicas respecto de los tipos de acción conflictiva. En la  mayoría de los países, éstas se presentan de manera combinada. Asimismo, se  observa que en todos los casos se considera a los trabajadores en relación de  dependencia (excluyendo a aquellos en calidad de autónomos, etc.). 
  En Chile, España y Francia, la exclusión aparece dada a  partir de la normativa que establece la legalidad de las acciones conflictivas.  La definición del “derecho a huelga” y lo que se considera una “huelga legal”  son al mismo tiempo las definiciones que adoptan los institutos de estos países  para la elaboración de la estadística. Por otra 
  parte, en los casos de Chile y  México, la definición considera el marco que establecen los mecanismos de  conciliación y arbitraje, contemplando solamente aquellos conflictos que se  desarrollan en ese contexto normativo y que involucran, por tanto, únicamente a  trabajadores registrados. En efecto, la huelga es considerada legal sólo en el  ámbito de los procesos de negociación colectiva. 
  En relación con el ámbito institucional, de los nueve países  analizados, sólo tres (Francia, Alemania y Chile) toman en consideración  únicamente los conflictos que se desarrollan en el ámbito privado.11 El  resto de los casos, además de los conflictos en el ámbito privado, incorpora la  medición de aquellos en el ámbito estatal (no contiene exclusiones de este tipo  en su unidad de análisis).
En cuanto a la exclusión relativa a las definiciones  metodológicas del tipo de acción conflictiva, se identifican los casos de  Australia, Estados Unidos y el Reino Unido. La primera gran exclusión se produce  en relación con la incorporación o no dentro de la estadística de acciones  conflictivas sin paro. En los casos en los que la conceptualización de la  unidad de análisis las excluye, la definición metodológica que se establece de  “huelga” delimita al mismo tiempo el universo de análisis. Para Australia y el  Reino Unido, esto se expresa a partir de la exclusión de cierto tipo de  acciones, por ejemplo, el “trabajo a reglamento” o “el trabajo a desgano” por  ser considerados como “acciones sin paro”. 
  Tal como se señalara, el caso  argentino parte de una definición amplia de conflicto colectivo de trabajo en  donde no se identifican las exclusiones aquí presentadas. Se consideran  conflictos con paro y sin paro, de ámbito institucional privado y estatal. A su  vez, las definiciones adoptadas no se limitan al campo del derecho, asumiendo  una perspectiva interdisciplinaria en el abordaje de la conflictividad laboral.12 
Umbrales o unidad mínima  de registro  
  Del análisis de este aspecto, surgen cuatro grandes grupos  según dos criterios: 1) exista o no dicho límite inferior para el registro y 2)  se incorporen variables como cantidad de trabajadores y/o de jornadas no  trabajadas como criterio. En el primer grupo, puede ubicarse a Chile y México  que no establecen un umbral y, por lo tanto, registran todos los conflictos que  se desarrollan dentro del ámbito de la negociación colectiva. En un segundo  grupo, Argentina y Francia no establecen límites en cuanto a la cantidad de  jornadas de paro, pero definen un mínimo de dos trabajadores para considerar el  conflicto laboral como una acción colectiva. Por el contrario, España sólo  presenta un límite vinculado a la duración del conflicto, registrando  únicamente aquellas huelgas que se extienden más de un día. 
  En un tercer grupo, se puede reunir a los países que  establecen ambos tipos de umbrales. Alemania y el Reino Unido fijan el mismo  criterio: más de diez trabajadores y al menos 24 horas de paro. Ambos plantean  una excepción, pues incorporan al registro aquellos casos en los que la huelga  dura más de 100 días e involucra a menos de diez trabajadores. En Estados  Unidos, el mínimo de registro contempla a aquellos conflictos de una duración  mayor a un turno completo y de una cantidad de más de mil trabajadores  involucrados. Finalmente, Australia elabora un criterio en el que combina la  duración con el tamaño del conflicto. Establece un umbral de diez días de  trabajo perdidos que pueden estar conformados a partir de, por ejemplo, diez  trabajadores que interrumpen su trabajo durante un día o por cuarenta  trabajadores que lo hacen durante dos horas. 
Alcance o delimitación de los conflictos  
  Si bien la OIT realiza recomendaciones en relación con cuándo  debe considerarse finalizada una disputa laboral,13 no  todos los países las adoptan íntegramente para la elaboración de sus estadísticas. A  partir del análisis de los casos seleccionados, se pudo identificar: a) un  criterio temporal, b) un criterio en cuanto a los actores involucrados, c) un  criterio respecto de los establecimientos implicados y d) un criterio relativo  al reclamo. 
  Argentina y Australia son los que incorporan en mayor medida  las recomendaciones del organismo internacional. En ambos casos, se considera  finalizado un conflicto de trabajo o se establece el inicio de un nuevo  conflicto cuando: transcurre un plazo mayor a los dos meses entre dos acciones  conflictivas; cambian los actores involucrados y/o se modifica el tipo de  reclamo.14 En el caso español, al igual que el caso argentino y el  australiano, debe existir una unidad de convocatoria, es decir, los mismos  actores deben mantener el mismo tipo de reclamos para considerar la unidad de  un conflicto. Sin embargo, se distingue en cuanto a que incluye como parte de  un mismo conflicto a los establecimientos directa e indirectamente afectados  por la huelga. Es decir, a los que llevan adelante la huelga y a quienes se ven  afectados por ella. 
  En los casos de Chile y México, por la centralidad que tiene  la negociación colectiva para definir la unidad de análisis, el alcance del  conflicto laboral se vincula directamente a la duración de esos procesos de  negociación. Lo mismo sucede en relación con los trabajadores involucrados. En  Alemania y Francia, al centrar su interés en aquellos establecimientos que  presentan al menos un conflicto en un período determinado (anual), el alcance  de los conflictos laborales (y su registro) queda vinculado a los  establecimientos relevados. Por el tipo de fuente que utilizan, la unidad del  conflicto está dada exclusivamente por el establecimiento y no atiende a los  demás criterios explicitados. 
Indicadores de la conflictividad laboral con paro
Históricamente, las huelgas han estado en el centro de los  análisis sobre conflictos laborales en tanto modalidad “clásica” de expresión  de la conflictividad en las sociedades capitalistas.  Palomino (2007, p. 19) señala que “su descripción y medición constituyó desde  fines del siglo XIX el eje de las estadísticas de conflictos laborales, tanto  en la Argentina como en otros países”. Su valor estadístico se ha relacionado  tradicionalmente con el interés por medir el impacto que conlleva el retiro de  la fuerza de trabajo de la producción y, por otra parte, con la posibilidad de  analizar de manera desagregada algunas de sus dimensiones. 
  En la mayor parte de los estudios especializados, se  considera relevante dar cuenta no sólo de su nivel total, sino también del modo  en que se configuran según su frecuencia,15 duración  y tamaño. En un estudio clásico de Shorter y Tilly (1985), se presenta una  serie de indicadores posibles asociados a cada una de estas dimensiones. Según  este estudio, la frecuencia remite a la cantidad de eventos huelguísticos, el  tamaño representa el número de trabajadores involucrados y la duración, la  cantidad de jornadas no trabajadas.16
Para la comparación de las formas de medición de los  conflictos laborales con paro efectuada por cada organismo oficial de  estadística, se identificará la presencia o ausencia de indicadores que  refieran a cada una de estas dimensiones. Al mismo tiempo, se detallarán los  elementos que permitan establecer cómo estos indicadores se construyen y sintetizan  como medida de la conflictividad laboral: si se presenta un único índice  resumen de los indicadores o la tendencia de cada uno por separado (Shorter y  Tilly, 1985). También es necesario tener en cuenta las distancias que puedan  presentarse entre lo que miden estos indicadores y el fenómeno del que se  quiere dar cuenta a partir de la medición. 
En el caso del Reino Unido, se presentan datos respecto de  todos estos indicadores, sin embargo, “la cantidad de días no trabajados” (working  days lost) es considerado por quienes producen las estadísticas en este  país como el mejor para medir el impacto de las disputas  laborales.17 Argumentan que, a diferencia del “número de paros” (number  of stoppages), la “cantidad de trabajadores involucrados” (workers  involved) y la “duración de las huelgas” pueden presentar menos  distorsiones en el registro de las disputas de menor duración o aquellas que  involucran pocos trabajadores. Éste es un argumento que refuerza la decisión  metodológica de jerarquizar el uso de la cantidad de días no trabajados como  indicador preferencial. Las principales variables son analizadas en relación  con este indicador.
Distinto es el caso argentino, cuyas estadísticas toman como  punto de partida los aportes del estudio de Shorter y Tilly (1985), atendiendo  a la mejor manera de presentar un índice que refleje el nivel total de la  conflictividad laboral con paro. Para su construcción, se combinan los  siguientes indicadores: cantidad de conflictos con paro (vinculado a la  frecuencia), cantidad de huelguistas (tamaño), cantidad de jornadas individuales  no trabajadas18 (duración). Se establece que no es posible dar cuenta de la  conflictividad si se consideran estos indicadores por separado, sino que  necesariamente deben mostrarse las tres dimensiones de manera integrada. Las  principales variables de análisis son trabajadas en función de estos tres  indicadores. 
Al abordar el análisis de las estadísticas, se encuentra que  todas ellas retoman las tres dimensiones mencionadas: a) frecuencia; b)  duración y c) tamaño. En el Cuadro N° 4 del Anexo, se presenta un resumen de  los indicadores de conflictividad con paro identificados según cada país. 
Frecuencia  
  Los países pueden ser agrupados según contabilicen cantidad  de interrupciones del trabajo o cantidad de establecimientos en los que se  registra al menos una interrupción del trabajo según el período de que se  trate. Entre los que contabilizan las interrupciones de trabajo entendidas como  acciones conflictivas, podemos identificar los casos de Chile y México que  registran cantidad de huelgas (“huelgas aprobadas” y “huelgas efectuadas” en Chile;  y “emplazamientos a huelga”, “huelgas estalladas” y “huelgas solucionadas”, en  México) en el marco de la negociación colectiva. Por su parte, Australia,  Argentina y España construyen el indicador “cantidad de interrupciones de  trabajo” contabilizando la cantidad de conflictos con paro (un mismo conflicto  puede incluir varias acciones conflictivas). A su vez, en relación con los que  miden la frecuencia vinculada a la cantidad de interrupciones del trabajo, se  distinguen aquellos que registran huelgas y lockouts en una misma medida  (Estados Unidos) y aquellos que presentan estas mediciones por separado  (España). 
  Sustancialmente diferente es el modo en que se construye este  indicador en Alemania y Francia. En estos países, la medición de la frecuencia  se realiza a partir de la contabilización del número de establecimientos en los  que al menos se presentó un paro durante el período analizado, sin distinguir  cantidad de eventos conflictivos. En el caso de España, también se elabora un  dato que refiere a la “cantidad de centros de trabajo (establecimientos)  convocados e implicados”. Sin embargo, y como detallaremos más adelante, la  medición se relaciona no tanto con la frecuencia (para lo que en este país se  registra “cantidad de huelgas”) sino con la dimensión de tamaño de los  conflictos laborales. 
Duración  
  La mayoría de los países contabiliza “días no trabajados” o  “días de trabajo perdidos”, completando dicha operación con una medida que  combina jornadas no trabajadas y cantidad de trabajadores involucrados en la  interrupción del trabajo. En el caso de Chile, se contabilizan los “días de  duración de las huelgas” a partir de la suma de todos los días transcurridos  entre el momento en que se hizo efectiva y el día de su finalización. Esta  medición se complementa con “los días no trabajados en las empresas producto de  las huelgas”. Este último indicador de duración es denominado “costo  días-persona” e involucra dos factores: los días de duración de la huelga y la  cantidad de trabajadores involucrados en la negociación colectiva. 
  En México, se construyen tres tipos de indicadores respecto  de la duración. Los dos primeros refieren a un promedio de la extensión de las  huelgas según la cantidad de huelgas solucionadas: “duración  media de la huelga”19 y “promedio de días efectivos no laborados por huelga”.20 Estos  dos indicadores se corresponden con uno de los objetivos de la estadística  mexicana vinculado a la efectividad de los procesos de negociación colectiva  para resolver los conflictos laborales. El tercer indicador refiere al “promedio  de días no trabajados por cada trabajador implicado”21 con el  objetivo de medir el impacto de la suspensión de labores en la actividad  económica. En el caso español, se construye un indicador denominado “jornadas  no trabajadas”, que se obtiene multiplicando el número de trabajadores  participantes por el número de días laborables de duración del conflicto  (refieran éstos al total o a una fracción de la jornada). De la misma manera,  se confecciona el indicador para medir duración en Argentina (“jornadas  individuales no trabajadas”), Estados Unidos (“días caídos en el mes”), entre  otros.
  Por otra  parte, se observa que varían las unidades temporales de medida de la  duración. En algunos casos, como el de Chile se contabilizan “días de huelga”,  mientras que en otros (Argentina, España) se consideran jornadas completas y/o  fracciones de jornada de huelga. En estos últimos, es posible obtener una  medida más aproximada respecto de la cantidad total de jornadas no trabajadas,  sin sobredimensionar los conflictos que duran menos de una jornada (contándolos  como días) ni quitar la posibilidad de registrar un conflicto menor a la  duración total de una jornada de trabajo. 
  A su vez, puede variar la forma en que se define la jornada  laboral típica para cada grupo de trabajadores en cada país. En México, se  presentan dos medidas de duración: por un lado, los “días de huelga”,  contabilizados sobre el total de días laborables y no laborables del calendario  y, por otro lado, se presentan los “días efectivos de paro”, contabilizados  exclusivamente sobre los días laborables del calendario. En los casos de  Argentina y el Reino Unido, se considera para cada caso la duración de la  jornada típica de la actividad de que se trate: 
La medida se toma sólo sobre el tiempo de trabajo perdido en la semana básica de trabajo. Las horas extras son excluidas al igual que los fines de semana en aquellos casos en los que estos días no forman parte de la práctica regular de trabajo de la actividad (Office for National Statistics, 2011: p. 4, traducción propia).
Tamaño  
  Algunos países consideran a todos los trabajadores del  establecimiento en el que se produce la interrupción del trabajo, estén directa  o indirectamente involucrados en el conflicto (Australia “empleados  involucrados en los conflictos de trabajo”, Alemania, Reino Unido y Francia  “trabajadores afectados”). En algunos países, si bien distinguen entre unos y  otros, presentan exclusivamente el dato de los directamente involucrados  (Argentina y España). En otros casos, se considera el tamaño en función de la  cantidad de trabajadores comprendidos en el marco de la negociación colectiva  en la que se inscribe el conflicto (Chile y México). 
  En España, se lleva adelante una forma complementaria de  medir el tamaño de los conflictos a partir de la contabilización de la cantidad  de centros de trabajo. Esta medida incluye la cantidad de centros de trabajo  convocados (centros que pertenecen al ámbito de convocatoria de la huelga,  pudiendo participar o no en la misma) y la de centros implicados (centros que  han secundado la convocatoria de huelga). 
Otras expresiones de la conflictividad laboral
La definición de la OIT (1993) respecto de los conflictos  laborales incluye el relevamiento de otras expresiones de la conflictividad  distintas a la huelga. Asimismo, en los casos en los que resulte pertinente,  recomienda recopilar información sobre otro tipo de acciones provocadas por  conflictos laborales.22 Sin embargo, la mayoría de los países relevados centra sus  estadísticas en el registro de la conflictividad con paro, aun cuando reconocen  la existencia de toda una gama de acciones que exceden a la huelga propiamente  dicha. Tanto en el caso de México como de Chile, si bien se relevan los  emplazamientos o anuncios de huelga (acciones sin paro), éstos son considerados  como un indicador de la conflictividad laboral con paro. El caso argentino es,  dentro de los países analizados, el único que aborda los conflictos laborales  permitiendo identificar y registrar acciones conflictivas distintas a la  huelga. Esto se desprende de la definición misma de la unidad de análisis adoptada  siguiendo las recomendaciones de la OIT.
Palomino (2007) señala que el  repertorio de acciones y su carácter dependen del contexto en el cual tienen  lugar, manteniendo una relación con la situación histórica y social en la que  se enmarca. A modo de ejemplo, el autor destaca que el repertorio de acciones  fue ampliándose tanto a partir de la institucionalización de las relaciones  laborales como de la implementación de mecanismos débilmente o no  institucionalizados para reclamar en los lugares de trabajo. De este modo, la  declaración de huelga derivó en una forma de presión para obligar a la  negociación o intervención; y el trabajo a reglamento, los quites de  colaboración, entre otros, fueron ganando centralidad como expresiones del  conflicto laboral. En Argentina, las acciones conflictivas distintas al paro  que identifica el Ministerio de Trabajo pueden ser agrupadas teniendo en cuenta  dos rasgos distintivos: 1) una dimensión discursiva, donde se considera el  carácter performativo del lenguaje (el uso de la palabra como acción). En este  grupo, se incluyen: a) declaraciones organizativas (cambios de estado  colectivo), b) anuncios de acciones conflictivas con fecha y c) anuncios de  paro con fecha23 y 2) una dimensión en la que se registra la presencia o el  movimiento en el espacio de un actor colectivo, de masas, de las bases, de los  cuerpos que, a su vez, pueden o no obstruir la circulación de personas o de  bienes. Pueden identificarse dentro de este grupo las siguientes acciones: d)  concentraciones, protestas, acampes, e) movilizaciones, f) quites de  colaboración, g) cortes, h) bloqueos e i) tomas, ocupaciones, permanencias.
El relevamiento de esta variedad de acciones permite ampliar  el estudio de la conflictividad laboral atendiendo a sus múltiples formas de  manifestación, aunque su medición plantea una serie de consideraciones. Al  igual que sucede con las huelgas, es posible medir las acciones sin paro  considerando las dimensiones de frecuencia, tamaño y duración.24 Sin  embargo, la medición de dichas dimensiones para este tipo de acciones fue menos  problematizada. Los mayores avances se dieron en relación con la descripción de las acciones  atendiendo a la frecuencia,25 aunque no con menos complejidades  respecto del problema de la homogeneidad ya mencionado para el caso de los  conflictos con paro.26 En Argentina, y siguiendo las recomendaciones de la OIT,  estos conflictos son registrados, analizados y presentados de forma  diferenciada a las huelgas. Así, la incorporación de la conflictividad laboral  sin paro no va en detrimento del registro asociado a las interrupciones del  trabajo. Se preserva la antigua noción de huelga y su riqueza descriptiva  asociada con la posibilidad de contabilizar la cantidad de trabajadores  involucrados directamente en paros o huelgas, así como la cantidad de jornadas  individuales no trabajadas a causa de su ocurrencia. Esto facilita las  comparaciones internacionales ya que, como vimos, constituye el tipo de acción  comúnmente utilizado para la realización de estadísticas de conflictos  laborales en la mayoría de los países.
En resumen, en el caso argentino, el análisis de la  conflictividad considera la cantidad de conflictos laborales, la variedad de  acciones conflictivas de que se trate y su peso relativo, y finalmente, para  los conflictos con paro, la cantidad de huelguistas y de jornadas individuales  no trabajadas que involucraron. La centralidad que la huelga posee como medida  de la conflictividad en la actualidad, además de relacionarse con ciertos  aspectos que facilitan la cuantificación del fenómeno, se vincula a la  relevancia que ha adquirido producto de un proceso histórico y social. En este  sentido, la amplitud en el registro de las formas en que puede expresarse la  protesta en un momento determinado permite no sólo profundizar el análisis de  las relaciones del trabajo, sino también dar cuenta de nuevas formas emergentes  y otras expresiones predominantes de la conflictividad laboral. 
Reflexiones finales
 A lo largo del artículo, se presentaron las estrategias  metodológicas adoptadas por los organismos oficiales de estadística para  confeccionar datos sobre conflictos laborales. A la luz de las dimensiones de  análisis definidas, se compararon las fuentes de información, las definiciones  de unidad de análisis y los distintos indicadores asumidos para medir la  conflictividad laboral. 
  En primer lugar, se observó una falta de homogeneidad en la  información disponible, al mismo tiempo que se encontró una disparidad en la  precisión y profundidad de las referencias metodológicas aportadas por los  organismos en sus sitios web oficiales. Asimismo, el análisis en clave  comparativa mostró que efectivamente se trata de un campo en el que es posible  reconocer un amplio espectro de abordajes y definiciones. Esta multiplicidad se  expresa en un aspecto tan fundamental como las formas en que se construye el  objeto y se define el universo de análisis. Se constató también que una misma categoría  asume distintas acepciones según la metodología en la que se inscriba. 
  En segundo lugar, las definiciones adoptadas varían, entre  otros elementos, de acuerdo con los objetivos que se proponen las estadísticas  a nivel local. En este sentido, no es posible establecer de manera directa una  valoración que pondere una metodología por sobre otra, pues cada una responde a  propósitos particulares respecto de los cuales considerar niveles de  consistencia y coherencia interna.27 Sin  embargo, es factible destacar positivamente aquellas estadísticas que  posibilitan un análisis y uso de los datos más amplio, como el caso de  Argentina, permitiendo trascender los objetivos bajo los cuales fue concebida  la metodología y el relevamiento de los conflictos laborales.28
  Por último, la heterogeneidad identificada a partir de este  abordaje exploratorio refuerza las advertencias metodológicas ya referidas a la  hora de analizar datos y tendencias de la conflictividad laboral en términos  comparados. La introducción de nuevas variables permitiría  avanzar en mayores niveles de explicación respecto de las diferencias  metodológicas encontradas y así contribuir a ampliar los alcances de la  comparación. A modo de ejemplo, podría considerarse las formas de organización  de los sistemas de relaciones laborales y/o la estructura productiva de cada  país. Estas cuestiones serán abordadas en futuros trabajos. 
Cuadro N° 1. Organismo oficial encargado de la estadística según país
  
Cuadro N° 2. Fuente de información según país
  
Cuadro N°3. Unidad de análisis según país
  
Cuadro N° 4. Indicadores de la conflictividad con paro según país
  
4 Estos mismos aspectos pueden problematizarse para la producción de datos estadísticos en otros campos.
5 Ver OIT (1993).
6 Se alcanzó la saturación de las categorías construidas para cada una de las dimensiones. La incorporación de nuevos casos no redundaba en una ampliación de la diversidad de aspectos ya considerados en el análisis.
7 La información disponible en las páginas oficiales de los organismos encargados de la estadística de conflictividad laboral no es homogénea ni exhaustiva en todos los casos. Esas disparidades fueron superadas en base a la estrategia metodológica adoptada.
8 En algunos casos se presenta una combinación de fuentes.
9 A partir de algunos estudios realizados se constató que el nivel de respuesta que ofrecen los empleadores a estas consultas posteriores resulta bajo. De acuerdo con la Oficina Nacional de Estadísticas (Office for Nacional Statistics, ONS), la tasa promedio de respuesta para los cuestionarios enviados a los empleadores en el Reino Unido fue del 30 por ciento en 2010 y 2011 (Dribbusch y Vandaele, 2016).
10 Al comparar los datos obtenidos a través de los cuestionarios oficiales con la información elaborada a partir de medios de prensa por el Instituto de Investigación Económica y Social alemán, Dribbusch y Vandaele (2016) verificaron una importante brecha entre ambas mediciones, siendo menor la cobertura arrojada a partir de los cuestionarios. Esto se relaciona, entre otras cosas, con la homogeneidad de los registros dando lugar a una diferencia de criterio vinculada a qué acción resulta relevante registrar. Mientras que quienes elaboran la estadística consideran los anuncios de huelga como un indicador de la actividad huelguística, los empleadores no tienden a incluirlos al momento de cumplimentar la encuesta. Por esta razón, a pesar del incremento registrado en esta modalidad de acción, esta información no queda reflejada en los cuestionarios, planteando ciertos límites en el relevamiento.
11 En el caso francés, también consideran los conflictos desarrollados en las empresas de transporte público estatal.
12 Si bien en Argentina se relevan y registran los conflictos llevados adelante por los empleadores (lockouts patronales), no se presentan datos estadísticos sobre estos conflictos debido a la escasa cantidad de casos.
13  La OIT  (1993: punto 27) recomienda contabilizar como una unidad los casos en que se  trate de:
“a)  acciones motivadas por un conflicto de trabajo y llevadas a cabo por los  trabajadores de un establecimiento o por un grupo de trabajadores  independientes en un solo período; 
  b)  acciones motivadas por un mismo conflicto de trabajo y llevadas a cabo por los  trabajadores de varios establecimientos o por varios grupos de trabajadores  independientes al mismo tiempo; 
  c)  acciones motivadas por un mismo conflicto de trabajo y llevadas a cabo por los  trabajadores de un establecimiento o un grupo de trabajadores independientes en  diferentes momentos, siempre que el período transcurrido entre los intervalos  en que tiene lugar la acción no sea mayor de dos meses;
d) acciones motivadas por un mismo conflicto de  trabajo y llevadas a cabo por los trabajadores de varios establecimientos o por  varios grupos de trabajadores independientes en diferentes momentos, siempre  que el período entre los intervalos en que tiene lugar la acción no sea mayor  de dos meses”. 
14 En el caso argentino, se considera que se trata del/los mismo/s actor/es siempre y cuando se mantengan dos tercios de los actores involucrados a lo largo del conflicto. Respecto de los reclamos, se considera la continuidad en relación con el reclamo principal.
15 Shalev problematiza la dimensión de la frecuencia como medida de la actividad huelguística, ya que pone en cuestión la posibilidad de establecer una relación de carácter ordinal entre la cantidad de huelgas: “Si esto significa que las huelgas son medidas en escala ordinal (no intervalar o razón), se plantean serias dudas en cuanto a la legitimidad del uso de técnicas de análisis estadístico (como la regresión múltiple) que necesariamente asumen lo contrario” (Shalev, 1989, p. 324, traducción propia).
16 Edwards (1987) coincide en señalar la importancia de estas tres dimensiones para la medición y el análisis de la actividad huelguística, aunque considera que existen otros indicadores de relevancia que también pueden dar cuenta de los distintos componentes de la huelga.
17 Aun cuando el nombre del indicador parece referir a la duración en términos de días de trabajo perdidos, las notas metodológicas de los informes consultados dan cuenta de que se trata de un indicador que combina la medición de los días no trabajados y la cantidad de trabajadores directamente involucrados en la huelga.
18 La cantidad de Jornadas Individuales No Trabajadas (JINT) es el índice resultante de multiplicar la duración de los paros por la cantidad de huelguistas. Dicha duración se establece teniendo en cuenta el tipo de jornada de trabajo característico de cada actividad económica o sector de actividad.
19 Refiere a días de duración de huelga (días calendario que abarcó la huelga) sobre el total de huelgas solucionadas.
20 Refiere al número de días no trabajados (días efectivos que duró la huelga) sobre el total de huelgas solucionadas.
21 Relativo al total de días de duración de las huelgas sobre el total de trabajadores implicados.
22 Esto se encuentra en consonancia con el incremento y la generalización de acciones distintas a la huelga en Europa descripto en varios estudios (Gentile y Tarrow, 2009; Gentile, 2015; Greskovits, 2015; Vandaele, 2016, entre otros).
23 El umbral mínimo a partir del cual una acción se considera un indicador de la disposición a la acción conflictiva, y por tanto del inicio de un conflicto laboral, se define metodológicamente a partir de las declaraciones y los anuncios. La definición se adopta teniendo en cuenta que este tipo de acciones posee la potencialidad de activar los mecanismos de negociación colectiva existentes.
24 Las manifestaciones o movilizaciones pueden eventualmente ser “medidas” (pueden ser estimadas) en cuanto a la cantidad de trabajadores involucrados en ellas, pero esto no tiene significado en términos de la cantidad de jornadas individuales no trabajadas.
25 Esta dimensión fue estudiada y medida por instituciones no oficiales a nivel local e internacional.
26 Según Shalev (1989), bajo la denominación de huelga se incluyen eventos heterogéneos que plantean un problema para la contabilización de las acciones en una misma escala. Este inconveniente se plantea también hacia el interior de cada una de las categorías de acciones sin paro, dado que, aun cuando se trate de un mismo tipo de acción, su significado varía de acuerdo con los contextos histórico sociales. Para este tipo de acciones, se presenta una cuestión adicional referida a la posibilidad de construir un índice de conflictividad laboral sin paro que abarque acciones heterogéneas. Considerar estas cuestiones respecto de la homogeneidad refuerza la pertinencia de trabajar con escalas ordinales en lugar de cardinales cuando se trate de este tipo de acciones, dada la dificultad para establecer qué acción resulta más intensa que otra y en qué medida.
27 Dado que los objetivos no siempre resultan coincidentes, no es posible ni deseable determinar la validez de las estadísticas en términos universales. Otros factores que inciden en la variación de las definiciones remiten a aspectos socio-históricos y a las formas de organización de las relaciones laborales.
28 Argentina puede ubicarse entre los países cuyas estadísticas habilitan un abordaje amplio: el modo de confección de los datos estadísticos permite incluso la realización de un estudio de caso. Distinto es en Francia y Alemania donde el punto de partida resulta más restrictivo: la medición de la conflictividad a partir de la cantidad de establecimientos en los que se registra al menos una huelga no permite distinguir la cantidad de eventos conflictivos.
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